meta name='verify-v1' content='pwiMUB28RJ4hiCr1EXENhHkHqJz4luG0BcIKSmW7UJk=' /> penelope en el paraiso: junio 2009

jueves, 25 de junio de 2009

GLAMOUR FOR EVERYBODY


Existe una raza de seres que me extrañan y me causan algo de hastío. Es el arquetipo (cada vez más abandonado, gracias a dios) de la mujer cincuento-sesentona típica española, cuyo máximo afán es mantener la casa limpia, su vida ordenada y gastar lo mínimo imprescindible. Nunca se arreglan, nunca se maquillan, tienen la cara avinagrada, y desprenden un cierto olor a mezcla de naftalina y cerrado con aromas de sudor seco bastante desagradable. No se permiten el más mínimo capricho corporal que las pudiera embellecer un poco, y su figura, descuidada, y con sobrepeso, no provocaría la líbido ni al hombre más deseoso de la tierra. Han llegado a esa difícil edad de una mujer en la que las hormonas se empeñan en deformarte el cuerpo cruelmente, y ellas no tienen conciencia de ello, porque muchas, ya eran así antes de que la menopausia atacara. Te las puedes encontrar en el mercado, en el puesto de hilos de los almacenes grande cobián, o en tertulia en la puerta de su edificio cotilleando sobre alguna vecina, y son bastantes desagradables en el trato.

No. No es que esté siendo cruel con mi propio género.

Una mujer puede estar rellenita y desprender una sensualidad envidiable, o ser poco agraciada y transmitir una belleza que te hace verla preciosa, o carecer de muchos recursos económicos y no perder, sin embargo, el don de la femineidad, aun en pequeños detalles. Se puede ser bella, en casi cualquier circunstancia y edad de la vida.
Siempre me he llevado bien con los “hedonistas equilibrados". Personas que se permiten darse caprichos de vez en cuando, que se miman, que se cuidan, que se arreglan, que huelen bien. Y no me estoy refiriendo a tener mucho tiempo libre, a tener una cuenta repleta o los que se dedican al “Dolce far niente”. Es algo interior.

Estas personas a las que me refiero en este post, transmiten tacañería, una rigidez tajante y ferrea, y una falta absoluta de jugosidad y generosidad. Entiendo que no conozco las circunstancias de sus vidas, pero echo en falta esa capacidad de las personas, que en casi cualquier circunstancia de la vida, por muy adversa que sea, saben poner un puntito de color, de glamour incluso, de dignidad corporal y de brillo en sus vidas y en las de los demás.
Da gusto (al menos a mi me lo da)ver a esas viejecitas que van con bastones y caminan despacito, con su pelo blanco recién aregladito y peinado en un moño impecable, sus uñas cuidadas e inmaculadas, su aspecto "escoscado" como dicen en mi pueblo, y sus ganas de seguir estando estupendas. (Me acuerdo de una señora que a sus80-y-muchos años sigue bajando puntualmente a comer a un restaurante que hay al lado de mi casa y te quedas mirandola y pensando: "qué rica es"). Da gusto ver que alguien se cuida.

En el otro extremo se encuentran las obsesionadas con sus arrugas, con sus patas de gallo, con sus michelines y que no ven más allá de las estructuras físicas de sus vidas. Se las puede reconocer por los liftings que les deforman la natural expresividad y por los morros siliconados de serie que les dan un aspecto de muñecas patéticas. Pero de esto ya hablaremos otro día.

Hombres y mujeres del mundo, guapos, feos, bajos, altos, gordos o flacos!! Respiremos el sol que nos llega estos días, transmitamos luz, hagámonos hermosos, arreglémonos, regalémonos un bonito peinado, un perfume fresco, pongámonos nuestras ropas más estupendas, cuidemos nuestro cuerpo con cariño, y salgamos al mundo con una sonrisa pintada en la cara.

No es broma.
Funciona.

lunes, 8 de junio de 2009

LEER ANTES DE COMPRAR


Me he comprado un foulard precioso.
En la etiqueta dice: "No lavar. No planchar. No limpiar en seco".

Dios mío, acabo de encontrar la prenda perfecta: solo hay que preocuparse por disfrutarla!!

Sin embargo, algo falla. Porque me temo que este foulard, en el fondo, es como todos. Algún día terminaré encontrandole una mancha. Y entonces una de dos: o tendré que deshacerme de él...o tendré que aceptarlo manchado. Si es que puedo.

No lavar. No planchar. No limpiar en seco.
Como si fuera tan fácil.