meta name='verify-v1' content='pwiMUB28RJ4hiCr1EXENhHkHqJz4luG0BcIKSmW7UJk=' /> penelope en el paraiso: "INSOLACIÓN"

martes, 11 de agosto de 2009

"INSOLACIÓN"

Pradera de San Isidro en el siglo XIX


35 graditos a la sombra, lo que significa unos cuantos más al sol. Desidia, astenia, anorexia, y me falta la vida por dios, me duelen todos los músculos de mi cuerpecito. Y eso que a mi me gustan los calores...pero esto...esto no es vida. Tumbada en mi sofá, me pierdo. Me pierdo entre las páginas de libros que se amontonan en la librería, quizá tan asténicos y agotados como yo.


A Asís Taboada, viuda de Andrade, le "agarra" una "insolación" cuando se va con Diego Pacheco a la pradera de San Isidro a festejar, bastante clandestinamente, la festividad del Santo. Lo que para nosotros es tan natural, salir una tarde con un chico que te gusta, tomar algo al aire libre, bromear, sonreir, disfrutar, sin que, necesariamente tenga que haber nada más, en el siglo XIX ,en el Madrid del siglo XIX es, casi, un pecado. La historia en sí, no tiene nada de especial ni de escabroso, excepto si miramos que tiene lugar en un país y en una época en los que se miraban con lupa las relaciones y en los que predominaba la hipocresía y una moral sexual hacia las mujeres, férrea, cerrada y condenatoria por naturaleza. La protagonista se siente culpabilísima de sentirse atraída por Pacheco y de disfrutar de quedar con él, pero a la vez no puede escapar al hechizo de ese don juan de pacotilla, un truhán, un pillo guapo, un perezoso, ignorante y sensual, en opinión del comandante Gabriel Pardo, otro de los personajes.


La "Insolación" a la que hace referencia el título del libro de Emilia Pardo Bazán no es sólo el conjunto de signos y síntomas físicos que sufre la viuda de Andrade tras su primera salida con el guapo gaditano, representa también simbólicamente, los escrúpulos, la culpabilidad, la ansiedad de una mujer que se siente juzgada por la sociedad y por sí misma.


La Pardo Bazán se atrevió a contarlo, y en cierto modo, a criticar esa moral de doble rasero que condenaba a una mujer que se atrevía a disfrutar de sus deseos y su sexualidad. (Y que enaltecía sin embargo al macho que así actuaba). Algo que todavía hoy sucede, aunque a una escala notablemente menor.


Sin embargo, el final me ha dejado trastornada. ¡¡¡El gaditano le pide casarse despues de su primera noche juntos!!! Perdón, pero no me lo creo. Claro que todo puede ser, pero un don juan como el Pacheco, tras 5 días de guerreras argucias masculinas para conseguirla...no sé. ¿¿Que era amor de verdad?? O yo soy mu desconfiada o la Pardo Bazán se cubrió las espaldas y escribió un final "dentro de la moralidad". Pelín decepcionante. Eso, se lo dejo a los entendidos.


Lo que me encanta de estas novelas y que es casi tan interesante (en este caso, para mí, más interesante) que la historia misma, es la deliciosa descripción de la sociedad de la época, en este caso la ciudad de Madrid en el siglo XIX, las costumbres, las formas de hablar, las vestimentas que llevaban, cómo celebraban las fiestas, qué comían, qué utensilios utilizaban, cómo eran las calles entonces, los transportes, cómo era esta ciudad y cómo se respiraba.


Qué lejos ha quedado la villa y corte de entonces y cómo me hubiera gustado conocerla!!. Si pudiera hacer realidad un deseo, siempre lo he pensado, uno sería sin dudarlo, un viaje en el tiempo. A la Edad Media y a mi adorado Madrid en varios de sus momentos históricos. (Los otros no se los cuento).


Mientras tanto...nos quedarán los libros. Y el calor.
El calor este que abrasa los sesos.


4 comentarios:

Andreilla dijo...

Mi ático ARDE..... (claro, que como estoy en la Máter día sí, noche también, ni lo noto!.

¿¿Te hace un Matadero fresquito??

Anda, di que sí!

Andrew

A.M. Valero Lite dijo...

Un Tito Andrónico con los animalario?

¡¡Marchando!!

belona dijo...

Época: Edad Media.
Nombre: Romualdo.
Casita: Castillo.
Medio de transporte: Caballo.

Pero... ¿sabes un gran inconveniente de la época?... Que no había cuartos de baños, ni bañera y que todo olía muy mal.

Penélope, el calor se pasa mejor leyendo un buen libro, estoy contigo.

Rubén Muñoz Martínez dijo...

Penélope, primero y ante todo un saludo. Y segundo... qué experiencia sería poder viajar en el tiempo, yo también tengo mismo “lugares”, “momentos” y “personajes” a los que me gustaría poder conocer, pero bueno... al menos nos quedan los libros y documentos. Por motivos familiares, he estado yendo a Madrid con cierta frecuencia durante los dos últimos años y medio, y la verdad que es una de esas ciudades que me gusta mucho visitar para habitarla en cortas estancias.
Saludos, amiga.

P.D.: Por cierto, leí tu antiguo post sobre los blogs y me pareció muy sugerente y original... una metarreflexión interesante sobre este universo tan particular y peculiar.