meta name='verify-v1' content='pwiMUB28RJ4hiCr1EXENhHkHqJz4luG0BcIKSmW7UJk=' /> penelope en el paraiso: EL CIRCULO. O DE LO MUCHO QUE CUESTA SER MADRE.

sábado, 5 de diciembre de 2009

EL CIRCULO. O DE LO MUCHO QUE CUESTA SER MADRE.

Se llamaba Seva. Pero con uve.
Le habían puesto ese nombre en honor al profesor de psiquiatría que sus padres tuvieron en la universidad: el “Seba”. La única cosa que Lucía había ganado gratuitamente en su vida, sin pagar por ello dinero, esfuerzo, sudor o lágrimas había sido el libro que el “Seba” sorteó entre los alumnos al finalizar aquél curso de quinto de Medicina de 1972: Psicología básica de la relación madre-hijo, de Rumián Medeiros”.Pensó que era una señal. “Quizá me tenga que hacer psiquiatra”.

Después de mucho pensarlo, se decantó por la Dermatología.
Su vida transcurrió entre dermatitis, eritemas, granos y potingues que nunca curaban del todo, pero que calmaban los picores.
Se casó con Carlos, que se había hecho pediatra. Y tuvieron una hija. Vino así, de improviso. Y fue un regalo.
Sin saber muy bien por qué, se acordó mucho de aquél libro durante todo su embarazo. De aquél profesor y de la sensación tan estupenda que había tenido al ser la ganadora del sorteo.
Su pequeña había sido su premio en el sorteo de la vida. Y, como aquél libro, tampoco le había costado nada. Su carrera le había costado tanto esfuerzo y días encerrada en su habitación..., su casa actual, tantos malabarismos económicos y tardes extras de guardia...su noviazgo con Carlos, tantos altibajos y dolores de cabeza...Pero su niña...su niña no le había costado nada.
Decidió hacer algo simbólico que diera un sentido a aquél momento especial de años antes y al momento tan especial que vivía ahora. Se cerraba así un círculo. Y a Lucía, siempre le había gustado que los círculos se cerraran.
Así que la llamó Seva.

Muchos años después, cuando Seva era ya una mujer, y Lucía una señora de manos artríticas, revisando un día su librería, se encontró con su “Psicología básica”, cubierto de polvo y amarilleadas las páginas por el paso del tiempo.
Con una sonrisa melancólica en el alma y muchos recuerdos amontonados en su corazón, pensó: "Maldita farsa. Si llego a saberlo, le pongo Edelvira”. Porque dinero, esfuerzo, sudor y sobre todo lágrimas, muchas lágrimas, era lo que a Lucía le había costado su pequeña y querida Seva.
Aunque la habría vuelto a tener, una y mil veces.

Si se hubiera leído alguna vez el libro, lo habría entendido…mucho antes.

3 comentarios:

Turulato dijo...

No se. Desconozco libro y personas; en esa situación opinar resultaría ocioso. Así que hablaré de lo que conozco íntimamente. De mis hijos. Ya son mayores; para que te hagas una idea, uno dirige un grupo multinacional de ingenieros.

Preocupaciones, ni te cuento. Desencuentros, algunos. Tristezas, también algunas. Miedo por lo que les pueda suceder, siempre. Y así.

Pero amor como el que gozado por ellos.. Quizá sea lo único bueno que haya en mí. Viviría otra vez todas mis jodiendas solo por paladearlo.

Ana Glez Duque dijo...

Yo creo que ningún libro por muy bueno que sea te puede enseñar a criar a una hija. Porque cada persona es un mundo...
Pero me ha gustado tu cuento ;-D

A.M. Valero Lite dijo...

Hola chic@s!!!
Lo que he querido transmitir (sin exito) es la enorme dificultad que a veces entraña la relación padres-hijos, algo de lo que Lucía nunca fue consciente cuando pensó que su "regalo", Seva, iba a ser totalmente "gratuito",en el sentido de que no le iba a costar nada, como aquel libro que le tocó en su juventud.
Lo del libro era solo el elemento unificante e iniciador del relato.
No que por leer el libro hubiera sabido educar mejor a su hija, nada que ver.

Pero vamos, que si tengo que estar explicando esto, es que soy una escritora de pena!!!

Besitos, y gracias por seguir leyendo este cada día más aburrido blog.