meta name='verify-v1' content='pwiMUB28RJ4hiCr1EXENhHkHqJz4luG0BcIKSmW7UJk=' /> penelope en el paraiso: marzo 2009

jueves, 19 de marzo de 2009

ESPAÑA VA MAL



Me siento triste. Me siento perpleja.

Nos están intentando colar que el aborto podría ser legal, en cualquier situación, incluso para las menores de 18 años sin la necesidad del consentimiento paterno, hasta las 14 semanas de edad gestacional. Así. Sin más.

No he visto nada más parecido al fascismo que esto que se proponen estos personajes que tenemos por gobernantes.

Y lo digo alto y claro. Para que no queden dudas de lo que pienso.


Si total, es cosa de ná: un poco de propofol, un pinchacito, un poquito de analgesia y aquí paz y después gloria. Y a otra cosa, mariposa.
Algo así como devolver el vestido que me compré en el corte inglés en un momento de arrebato.

Mercancía barata. Finiquitable. Prescindible.

Todo menos ser consecuente con tu vida. Aunque te joda. Aunque te la cambie. Aunque no estés preparada. Aunque no fuera lo que tenías planeado. ¿Que el niño este de mierda me va a joder la vida? Pinchacito y fuera. Que soy mujer y adulta y tengo DERECHO a decidir sobre mi vida.

Ya puestos...resulta que mi jefe me está amargando la existencia, es un cabrón, un injunsto y encima me acosa. Joder, pues pinchacito y fuera. Me lo cargo también.
¿Que la vecina es una mala pécora que me fastidia la existencia con su basura, su música y su presencia? Pues nada: pinchacito y fuera.
¿Que mi novio me ha puesto los cuernos, me me ha mentido vilmente y me está causando una depresión? Pinchacito. Pinchacito. Y fuera.

¿Qué? ¿Que no es lo mismo? Cómo que no?

Que el ser humano es tal desde el mismo momento de la concepción es algo indiscutible, no es filosofía, no está sujeto a ningún debate, como no lo están muchos de los procesos fisiológicos que rigen al ser humano, LE PESE A QUIEN LE PESE. Las cosas son así, y si no se han enterado, que se enteren, que se ilustren, que lean, que lo estudien toda esa panda de analfabetos mediocres y prepotentes, pero que no intenten dar gato por liebre a la sociedad.
Que no confundan las churras con las merinas.
Que llamen al pan, pan y al vino, vino.

Que a la vida, no se le ponen plazos.

Y que si eres defensor de la misma, lo eres desde que comienza, no desde que a tí se te ponga en el bigote. A lo primero, se le llama coherencia. A lo segundo, interés, engaño, manipulación y demagogia. O simplemente, desconocimiento.

Y a partir de aquí: hablemos.

Que una persona pueda decidir sobre la vida de otra de forma caprichosa, no es de ley. Ni humana ni divina. Que venga alguien a debatirmelo.
Que eso sea permitido en una sociedad que se llama civilizada, es una bomba de relojería.
Que se diga que una mujer tiene derecho a decidir sobre la vida de su hijo,es un enunciado peligrosísimo.
Que se crea con derecho legítimo a abortar "porque de ella es su cuerpo" es simplemente una irresponsabilidad disfrazada de derecho. Una prepotencia galopante. Y una tremenda falacia.
Que unas cuantas hembras histéricas griten con las manos en triángulo que "nosotras parimos, nosotras decidimos" me pone los pelos de punta...akelarre...akelarre...

Que, en definitiva, cada día se promulgue con más liviandad que podemos echar balones fuera cuando éstos nos molestan, en vez de enfrentarnos a las consecuencias de nuestros actos, es un signo preocupante de la inmadurez emocional prevalente y da cuenta de la incapacidad psicológica de elaborar situaciones que nos son complicadas. Amén del egoísmo inherente en tal actitud que se camufla, conscientemente o no, en forma de "derecho fundamental del ser humano". Entre otras cosas.


Que no me vengan con gaitas, ni con progresismos de pacotilla.
Que no me vengan con la intención de venderme derechos ni legitimidades.
Que no me vengan con el soniquete de la libertad.
Que la libertad es otra cosa.


Que esta panda de progres que nos gobierna se preocupe más de que se extienda el uso del preservativo que de que los jovenes tengan asumido lo que es la sexualidad, lo que implica, lo que les transforma o lo que les afecta...es una irresponsabilidad suprema, una argucia política, o el evidente reflejo de la pobreza emocional reinante. Nada nuevo.


Pero que se pueda llegar a legalizar el aborto libre, simplemente, me hace replantearme muchas cosas sobre el ser humano. Y sobre el país en el que vivo.


España va mal. Muy mal.


Me suena el busca. Me necesitan para practicar un legrado de urgencia a una mujer que acaba de abortar espontaneamente. Estoy de guardia en la maternidad.
Qué ironía... A esta mujer hay que consolarla porque ha perdido a un hijo por segunda vez. Y no creo que su dolor sea comparable al de la jovencita que se ha quedado embarazada y "no le viene nada bien". Pero gracias a los políticos de ahora, a la segunda, la vida le sonreirá de nuevo en cuanto solucione lo de su..."problemilla".


Así que, disculpenme, me voy a vomitar. Digooo... al quirófano, al quirófano, que tengo que trabajar.

lunes, 2 de marzo de 2009

DE CÓMO TERA NADÓ JUNTO A TIBURONES CUANDO LO QUE DESEABA ERA HACERLO CON DELFINES.



“Definitivamente, Rubi Sar tenía ojos de tiburón. Negros, fríos, opacos como un cristal oscuro. Tera se percató aquél día, mientras pescaba en su barca y vió pasar a su lado un tiburón que se le quedó mirando fijamente durante unos instantes para después seguir su marcha. Es curioso que nunca antes, mientras estaba con él, se hubiera dado cuenta.

Tera y Rubi Sar habían compartido durante un tiempo conversación, risas, sudores, lecho y alguna que otra confidencia. Nada que pudiera hacer peligrar una relación de conveniencia: un poco de compañía y la promesa de tiempos más cálidos para ella, y una cama caliente sin mucho compromiso, para él. Nunca hubo misivas demasiado cariñosas, ni palabras peligrosamente románticas, nunca planes excesivamente comprometedores: como mucho un paseo por el cayo una vez a la semana, una cena, una conversación agradable y la consiguiente noche de pasión sexual. Se llevaban bien en los menesteres de la alcoba. Se llevaban bien en la vida...siempre que Tera no pidiera mucho más.

Así las cosas, mantenían las distancias, como dos individuos adultos, con el desapego por bandera, y una cierta fría afabilidad que prometía mantener las cosas en su sitio. Nunca Rubi Sar le dijo palabras de amor a Tera. Ni ella creía necesitarlas, aunque le hubiera gustado escucharlas. Nunca le dijo lo guapa que estaba, ni lo lindo del azul de sus ojos. Nunca la cogió la mano y desde luego, nunca se miraban a los ojos cuando hacían el amor. El era un hombre sincero y a menudo recordaba a Tera que a él, ella no le gustaba como otras isleñas a las que había conocido y que no podía volcarse en la relación porque no lo sentía. Pero su sinceridad no llegaba tan lejos como para prescindir de una cama caliente y de una compañía que calmara su necesidad. Tera, increíblemente, hacía oídos sordos a esas terribles palabras y continuaba con él, pero las palabras se quedaban grabadas a fuego en su mente y chirriaban como cuchillos afilados en sus oídos cuando menos lo esperaba.

Tera comenzó a sentir una desazón, un malestar, una conciencia extraña de que lo que tenían no era lo que ella quería de verdad. Pero continuaba con él, deseando que algún día él le cogiera de la mano, le mirara por dentro, o le abriera su corazón.

Un buen día, como es de esperar, Rubi Sar se cansó, se cansó de la compañía, se cansó de las caricias, se cansó de las palabras, y le dijo a Tera que sería mejor acabar aquello, y Tera asintió sin mucha sorpresa y con la elegancia de una mujer que sabe que se merece tal desenlace. De haberlo mandarlo al infierno, lo debería haber mandado meses antes, en esos momentos en que él le aseguraba que ella no era todo lo que él esperaba de una mujer.

Así que tiempo después Tera se seguía preguntando por qué había aceptado una relación tan fría y tan cruel, si ella era pura vida y puro sentimiento. Quizá es que la soledad hace que en ocasiones aceptemos estar con personas que no nos hacen felices, que ni siquiera nos quieren, pero que calman en parte ese anhelo poderoso de compañía auténtica. Y así uno corre el riesgo de nadar con tiburones cuando lo que de verdad desea es hacerlo con delfines.

En una de sus antiguas conversaciones, cuando todavía estaban juntos, Tera, en una de las pocas ocasiones en que se atrevía a preguntar sobre las vidas anteriores a sus amantes, le había preguntado a Rubi Sar por qué se había separado de la única novia conocida en la isla que él había tenido años atrás. La respuesta de él fue: “porque me aburría”. Tera sintió aquél día cómo un escalofrío premonitorio le había recorrido el espinazo, un escalofrío semejante al que acababa de sentir ahora, al ver de cerca, en el mar, los ojos de aquél enorme y frío tiburón gris...”.