meta name='verify-v1' content='pwiMUB28RJ4hiCr1EXENhHkHqJz4luG0BcIKSmW7UJk=' /> penelope en el paraiso: 2010

sábado, 14 de agosto de 2010

BAR DE CARRETERA


Aquél mediodía de sol irreverente y dificultad de caminar sin la protección una sombra protectora, llegó. Con su pequeño nuevo coche flamante se acercó a una especie de restaurante perdido en un punto inconcreto de una carretera desolada, en medio de ningún lugar. Aquél sitio tendría un nombre, pero no lo encontró y no creo que importara mucho.
Cuando apagó el motor se dio cuenta de que incluso en un lugar como aquél el silencio es una fantasía esquiva, aunque a a veces adopte formas sonoras y lo sigamos llamando silencio. En forma de cigarras, grillos, cientos, miles, era ensordecedor el silencio de aquél lugar. Y provocaba respeto. Ni una hoja se movía de los pesados chaparrales olvidados que habían logrado quedarse a fuerza de sacrificio y amor a la vida sin concesiones.
Logró caminar sin desmayarse los doscientos metros que la separaban de su mundo de aire acondicionado y música de radio cuarenta y aquél otro de tiempo detenido, olor a aceite revenido y palillos en las bocas desdentadas.
Sintió como las conversaciones se detenían bruscamente mientras todos los ojos se volvían hacia ella con una fijación poderosa, insolente, furiosa. En su piel se clavaban las miradas, los deseos, la curiosidad y las soledades de aquellos seres extraños y pasivos, sinuosos y envueltos en un aura de humo y olor a whisky doble.
Agradeció no haberse puesto pantalones cortos o minifalda aquella mañana. Para conducir eran más cómodos unos pantalones militares y una camiseta de tirantes.
Tenía dos opciones, o salir de allí pitando o llenar el estómago que desde hacía una hora la tenía mareada y de mal humor, y entonces se dio cuenta de que los deseos corporales son a veces más acuciantes y poderosos que todas las racionalidades de la mente humana.
No pudo degustar la comida. Se sentía incómoda, nauseosa, y el estómago revuelto por el calor, el desierto y las miradas.
Al entrar, había visto unas navajas albaceteñas en una estantería de cristales y pensó: "Puede que fuera bueno comprarme una; una de estas conmigo, en mi bolso".
No se libró de esos ojos inquisitivos en ningún momento, aunque al cabo de un buen rato, se habían calmado un poco, quizá por el acostumbramiento. Pero cualquier movimiento inesperado, ir al baño, abrir el bolso para sacar el paquete de tabaco, agacharse a rascarse el pie, eran seguidos con una curiosidad insospechada y como si ningún otro problema del mundo fuera más digno de interés.
Nadie conversaba ya. El locutor de la televisión había sido ignorado desde hacía tiempo y su voz monótona la acompañó durante la comida.
Logró acabarse a duras penas el gazpacho pasado, las albóndigas secas y la compota casera y despues de pagar,volvió, con cierta prisa, al coche. Todas las miradas la siguieron hasta el final. Sintió, una vez fuera, que respiraba algo mejor.

Se dirigió hacia el coche. Fue dejando detrás de sí unas manchas verdes pegajosas que formaban burbujitas al contacto con el asfalto. Un grave sonido gutural animal salió de su garganta antes de abrir la puerta del coche: "para vosotros". Cuando entró y se miró al espejo vio sus dos enormes ojos amarillos de pupilas filiformes y se quedó pensando que ya era hora de hacerse una revisión oftalmológica, ultimamente veía todo en colores de cuatro tonos de grises y no de siete, como habitualmente. Introdujo la enorme cola escamosa de un metro de largo que le nacía del coxis y que, como siempre, tenía que apoyar en el asiento contiguo para caber con comodidad y se arrancó dos escamas verdosas que se le estaban cayendo de su brazo derecho desde hacía unos días, al tiempo que encendía otro cigarrillo.
Acto seguido volvió a enchufar la radio y el aire acondicionado y salió pitando de aquél lugar tan raro.

Y allí sólo quedó el ensordecedor sonido de las chicharras, el sol cayendo a plomo, una televisión encendida y unos hombres en silencio, en un silencio más ensordecedor que el de los cantos de mil cigarras.

sábado, 29 de mayo de 2010

ADIOS,ADIOS



Hay momentos que no hay que utilizar para hacer cajas de embalaje o empezar a reorganizar todas las cosas que has guardado durante años en el hogar vivido. Aunque la prisa impone.
Hay momentos que son necesarios para respirar, para meditar, para acordarte y grabarlos en la memoria, para escribir cosas tan necesarias e importantes como la vida misma.
Por eso estoy escribiendo, a pesar de toda la vorágine que se me viene encima. Justo en el momento menos apropiado. O no.
Ayer tuvimos la fiesta de despedida de nuestro hospital. Somos "los mayores" y nos vamos. Nos toca irnos. Se acaba una etapa. Toca un cambio.

Ayer nos dieron un abrazo, en el más amplio sentido de la palabra. No me emocioné, porque la alegría y la buena onda me protegieron. Pero me emociono ahora, escribiendolo. No es efecto de la resaca, porque no la tengo. Ni del sentimentalismo, que aborrezco. Es porque ayer todos nuestros compañeros del hospital nos transmitieron a los "despedidos" un cariño y una delicadeza que nos llegó al alma. Debo reconocer que no soy muy fan de las celebraciones, las cenas con más de 3 comensales, o las despedidas. Y sin embargo,qué a gusto estuve.

Ayer me volví a mi casa con una varita mágica, una historia(dedicada)de Amélie Nothomb, un vídeo en el que todos éramos estrellas, y la posibilidad de una aventura extrema metida en una cajita de 10 x 10 cm. También me regalaron alegría, energía positiva, buen rollo y bastante dosis de cariño.
Todo eso, en un marco incomparable y a la a luz mágica de la luna llena.

Así que necesito escribirlo.
Las cajas, los traslados, la organización y las prisas de la vida cotidiana...pueden esperar.

Gracias.

Adiós, compañeros de guardias, recuerdos intensos, adjuntos que me enseñaron con cariño, coerres de fatigas, enfermeras, auxiliares, todos, momentos de gloria y momentos de fracaso, adiós a estos años duros, inciertos, bellos, estos 4 años de hospital de batalla, adiós a esas noches sin dormir, a las risas, a las lágrimas, a las personas que nos tocó cuidar, a los que nos cuidaron.

Adiós. Hasta pronto.

Hola, vida nueva.

miércoles, 14 de abril de 2010

¿POR QUE?

¿Por qué los días de lluvia provocan irrefrenables deseos de dormir?
¿Por qué cuando más fea me siento me dicen piropos por la calle?
¿Por qué tenemos que hacer lo que se supone que tenemos que hacer?
¿Por qué parece que si no corres en esta vida te estás perdiendo algo?
¿Por qué pensar de manera diferente me hace sentir incómoda?
¿Por qué no tomarme mi tiempo aunque parezca que así me quedo rezagada?
¿Por qué la neurosis colectiva profesional me afecta tanto?
¿Por qué no tener confianza en el futuro?
¿Por qué esa sensación de que hacer mucho es mejor que hacer poco y bien?
¿Por qué sentir que te encorren cuando nadie te encorre?
¿Por qué esta carrera contra los elementos?
¿Por qué no disfrutar un día de lluvia mirando las gotas de agua tras los cristales?
Y no tener mala leche,
ni contestar de malas formas a mis seres queridos,
y tomarme el tiempo necesario para respirar
bailar desnuda en el jardín del edén,
dejar el tiempo pasar ante un buen libro,
confiar en mis instintos,
permitirme equivocarme,
y dejar que las cosas pasen
cuando tengan que pasar...

¿Por qué?

¿Y por qué no?

lunes, 22 de marzo de 2010

LA PRIMA VERA




La prima Vera ha regresado este fin de semana. Ha llegado como siempre, así de manera estudiadamente improvisada, como quien no quiere la cosa, con las maletas llenas de artilugios inútiles y fastidiosos. Y creo que se quiere quedar un tiempo. Siempre hace lo mismo, la primita.

La prima Vera siempre fue muy gansa y un tanto hortera. En el pueblo llamaba la atención en la misa de doce de los domingos por sus falditas almidonadas estampadas con floripondios imposibles, y unos tirabuzones rojizos que rebotaban como un acordeón cuando, más que caminar, se desplazaba dando una especie de saltitos. A la caída del sol se afanaba en hacernos sufrir a los primos pequeños, con la ayuda de su flauta travesera, las canciones de la Década Prodigiosa en clave de Sol. Su sonrisa era tan azucarada, que más que dulce era directamente diabetógena en primer grado, y sus ojos tan azules, que se podría decir que habían sido hechos de encargo.
Toda ella ofrecía en conjunto, el aspecto de una muñeca comprada en una tienda de chinos.

La prima Vera sigue manteniendo el mismo aspecto a los 26 que a los 13. No pareciera que por ella pasara el tiempo. De niña su cara tenía un cierto aire avejentado, y de adulta conserva un extraño aspecto infantiloide.

Cuando viene del pueblo revoluciona toda la casa. Pone todo patas arriba, insiste en que hay que salir más a la calle, se dedica a abrir ventana tras ventana porque dice que tenemos que ventilar nuestra vida y de paso contribuye con esmero a que el polen irrite nuestras perjudicadas fosas nasales, se trae la flauta y los violines, a los que, desgraciadamente, se dedica desde hace poco, y nos atormenta continuamente con melosas canciones de amor. Promete el oro y el moro, nos habla de viajes, de sol, de aventuras, nos relata historias de enamorados con final feliz, y nos tiene a todos pelín histéricos y todos terminamos finalmente, revolucionados, moqueando y muy, muy cansados.

A ver...si la prima Vera es maja, no digo yo que no...Y tiene buenas intenciones, que es lo que más cuenta.

Pero es muy cansina, oigan.
A ver si esta vez no se queda hasta el verano.

Pero, no sé por qué, algo me dice que apañados estamos.





Foto: Fotograma de la película "Enchanted" de Walt Disney.

domingo, 17 de enero de 2010

PINTAR TU PROPIO CUADRO


"UBI DUBIUM IBI LIBERTAS"
(Donde hay duda, hay libertad).

Andaba yo cotilleando la otra noche unos blogs ciertamente interesantes, por el debate y los temas que suscitaban, cuya temática principal era la defensa de la apostasía, la teoría de que Dios no existe, y mucha crítica a la Iglesia. En uno de ellos, en la columna lateral, tenías la oportunidad de responder a lo siguiente:

"¿Tú cómo te consideras?
- Ateo
- Agnóstico
- Creyente practicante
- Creyente no practicante".

Vaya...¿esas son todas las opciones???

¿Y que hay del ...- me encuentro en el camino de saber en qué creo.
O... - estoy en ello
O... - No afirmo la existencia de Dios aunque tampoco la niego, o sea que no soy atea, todavía no sé si soy creyente o no, ando meditando en ello, así que tampoco me valen las 2 últimas. En cuanto al agnosticismo...quizá sea lo que más se acerca a mi forma de pensar, no obstante, todavía no he llegado a una posición personal clara en este punto, puesto que no me atrevo a afirmar que si no puedo probar a Dios mediante una teoría racional y verificable, este Dios no existe.

Así que....¿qué soy yo? ¿Existe un palabro para definirme?.

¿Puede ser "Una persona que está buscando sus propias respuestas, simplemente"?. Gracias.

Me apetece acercarme a la esencia del cristianismo porque me gustaría conocerlo (o re-conocerlo).
Pero me apetece acercarme desde la neutralidad.
Es muy dificil acercarse si en seguida empiezas a sudar porque te das cuenta de que hay sentimientos que se contraponen a lo que se supone que deberías sentir, ideológicamente hablando, según lo que llevas en tu imaginario infantil y que fue escrito a fuego lento y tras muchos y muchos años de horadamiento mental católico-apostólico-románico.

Esto, precisamente esto, es lo que me alejó de la religión, durante unos cuantos años.

De niño, te catequizan. Te catequizan los padres. Te catequizan en el colegio. Te catequizan las costumbres familiares. Y no me refiero solo a temas religiosos. Uno es, en gran medida, lo que mama. En muchos aspectos. Es una especie de determinismo, del que es muy dificil salir. Las creencias y costumbres de un hombre, son en gran parte determinadas en la infancia: por lo que vivió, por el ambiente en que se crió, por lo que "bebió" antes incluso de aprender a hablar.

Es responsabilidad del hombre adulto, encontrar su propio camino, y no el que le marcaron sus padres o su infancia. Para quien está de acuerdo en la linea de pensamiento en la que fue educado, las cosas se hacen más fáciles. Pero esto, no siempre es así: descubrir que sientes de manera diferente a como se te crió suele generar tal conflicto que muchas veces parece más lógico seguir adelante con el equipaje que otros te han puesto. Otras veces, la reacción es totalmente contrapuesta: liberación!, rebelión!, tomar, justamente el camino contrario, autoafirmarte en tí mismo yendo en contra de todo aquello que te habían enseñado que era lo "verdadero".

Pero existe otra opción. La más complicada, para mí, pero la más enriquecedora. Esta opción comienza por tener la valentía de aceptar tus dudas, de atreverse a poner en tela de juicio todo lo que te dieron como indudable, y acercarte a ello para descubrir qué es lo que piensas tú al respecto, sin el rechazo que te produce sentirte condicionado y sin la culpa que te produce sentir la duda.
Desde cero.

Acercarse a las cosas sin juzgarlas de antemano.
Sin rechazarlas o adscribirlas a priori.
Sin el condicionamiento interior de tener que adoptar ya una postura al respecto.
Desverstirse de prejuicios.
Pintar tu propio cuadro desde un lienzo blanco. Pintar tu propio cuadro.
Ir poniendo los colores, como a tí te salga de tu alma, y a ver en qué queda esto.

Simplemente, permitirse descubrir lo que uno piensa de verdad.
Para poder ser libre.

Y así me encuentro.

Dividiendo mis días de lecturas entre "El cielo es azul, la tierra blanca", de Hiromi Kawakami, una delicada historia de amor entre una mujer de 3o y muchos años y un maduro profesor japonés,
y los Evangelios.

¿¿Se pueden creer que nunca en mi vida, y menos en mi (inevitable) pasado católico-aspostólico-romano había leído yo los evangelios con tanta curiosidad y avidez como ahora??.

Y hasta donde yo llego, no es una curiosidad ni una avidez de cristiana, católica, ex-católica, apóstata, creyente, no creyente, agnóstica, o lo que quiera que yo sea.

Es una curiosidad de... humana.

miércoles, 13 de enero de 2010


"Tan importante como tener información
es saber dónde hallarla
cuando ésta te falta."



Tras un infructuoso intento de dar mi sesión clínica sobre "Hipertensión intracraneal" en mi Servicio, debido a los avatares del siempre incomprensible mundo tecnológico, que te falla cuando más lo necesitas y que me impidió la conexión a la pantalla general, dejando a extraños y propios con esa sensación de coitus interruptus, de punta se me pusieron los pelillos de todo mi cuerpo al ver por la noche, en mi casa, que mi ordenador mi abandonaba. La flechita del puntero se había declarado en huelga y no había forma de moverla.

Oh no....puedo pasar sin dormir, puedo pasar sin comer, y hasta puedo pasar sin fumar si la cosa está muy negra...pero tener el ordenador bloqueado es una especia de catrástofe mundial, y eso que el mundo seguiría adelante aunque no me conectara a internet dos días seguidos o perdiera todos mis archivos (sesión incluída)...pero así es la cosa.

Temí que un virus muy malito del hospital hubiera infectado mi ordenador cuando intenté dar la sesión, e intenté leer las instrucciones del aparatito, pero, en fin, qué les voy a contar: leer las instrucciones de un ordenador lleva un tiempo precioso que además, en mi estado de terror vacuo, era bastante complicado.

Al día siguiente llevé mi ordenador a varias personas, en un desesperado intento de que a alguno de los los cerebritos habituales se le ocurriera qué le podía pasar, puesto que mis conocimientos de informática son más o menos los mismos que los de un criador de ovejas lanares sobre física cuántica, y muchos fueron los diagnosticos: sí, puedes tener un virus, quizá se ha desconfigurado, a lo mejor es que se te han desinstalado los "drivers", necesitas un ratón alámbrico... metete en el panel de control y clica en....y dale al...quitamos esto...se te habrá fastidiado el software...nada...a lo mejor si actualizas el touchpad...ufff, tiene mala pinta...a lo peor, tu pantala tactil está muerta, te va a costar más que un ordenador nuevo.

Jo-deeeeeeeer, me va a dar algo.

Así que decidí ir al Corte Inglés, donde un vendedor que me miraba como si yo hubiera salido de marte mientras le decía lo que me pasaba, en menos de 1 segundo, tal vez fuera medio, me lo había solucionado. ¿Perdónnnn?

"Ah, sí: es pulsando Fn+F9: así se te desbloquea la pantalla tactil. La tenías bloqueada."

Le dije que le quería.

Y él me vendió un antivirus.