Hace 6 días
sábado, 5 de noviembre de 2011
INTERRUPTUS
Hace tanto tiempo que no entro en este blog que casi se me había olvidado la contraseña.
Las contraseñas son como pequeñas marcas que nos grabamos en las neuronas a hierro candente. Y que aunque están ahí, en ocasiones no las encuentras. Como el típico día que vas al cajero y te has quedado en blanco: "Mecachisenlamar....pero si esta contraseña la llevo usando 5 años!". Y, o entras en pánico, o te vas a tomar unos churros con chocolate, que no hay mejor cosa que dejar de pensar en algo que no recuerdas para que te venga a la cabeza. La teoría del pensamiento interruptus oxigenante. Suele funcionar.
En fin, como decía el amigo Freud: "Las interrupciones son buenas". Ejem, depende de en qué contexto, pero, por lo general, creo que es verdad.
No sé si habrá sido buena la interrupción de más de un año de sequía que ha sufrido este blog. Eso, como todo, se suele ver a posteriori. Ni sé tampoco si ahora regresará la estación lluviosa. Sea como fuere, en los campos llueve de verdad y el otoño ha comenzado a hacer de las suyas, tal vez tenga algo que ver.
Siento que empiezo a escribir en soledad. Pero me apetece que así sea. Querría escribir sólo para mí; sin embargo, esa parte vanidosa de resultar leída por otros, de que lo que escribes cobre vida (y no hay vida sin "los otros") se entremezcla con el pudor de escribir cosas que no tengo ganas de que nadie lea. Mostrar mi intimidad o limitarme a inventar historias. El eterno dilema. Y en alguien tan paradójico y contradictorio como yo, esos dilemas están a la orden del día.
Porque yo no sé escribir de otra cosa que no sea yo. Esa es la cuestión. Todo en mis escritos queda impregnado de mí: de mis emociones, de mi estado de ánimo, de mis miedos, de mis aspiraciones. De mi, de mí, de mí. Si hablo del tiempo, hablo de mí. Si hablo de una película, hablo de mí. Si hablo de mi vecina, hablo de mí. Hasta si hablo de tí, hablo de mí.
Pero eso: no es lo que ocurre siempre? Cómo alguien va a abandonar su cuerpo, su mente, su ser, para hablar desde otro lugar que no sea EL?
Afuera llueve. Y los campos de viñas están apagados. El aire sopla diferente, está agresivo, como enfadado. Y la soledad de la estepa manchega, impone.
Aquí, el horizonte cobra toda la grandeza de su significado. En Madrid no veía horizontes (y no es simbólico, aunque también). Aquí, todo es horizonte. Horizontalidad es la palabra (ahora se me ocurre pensar que "horizonte" deriva de "horizontalidad", tontería o realidad?). Llanuras inmensas y desagarradoras. El cielo y la tierra bien definidos, separados y condenados a la vez,a estar siempre juntos.
Y la lluvia que no solo inunda la tierra sino también las almas.
¿Cómo no voy a sentir ganas de escribir?
Imagen: Viñas en Otoño. 1957. Óleo-Tabla, 33.4 X 38,7 cm. Antonio López Torres. Museo Antonio López Torres. Tomelloso (Ciudad Real).
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