Tengo que reconocer que nunca me he llevado bien con los taxistas.
Los suelo percibir como seres extraños a los que no logro entender, generalmente malhumorados y mudos o excesivamente parlanchines, con una educación dudosa en la mayoría de los casos y obsesionados por ganar 5 centimos en su carrera aunque eso les suponga devolverte mil monedas si la carrera te cuesta 7 euros con 5 céntimos y tú les pagas con un billete de 20, mientras te maldicen porque se quedan sin cambios, antes que obviar los 5 centimos del ala.
Historias con estos seres tengo muchas, desde mi más tierna infancia, porque me gusta eso de tener chofer (siempre he tenido gustos de marquesa y que me traigan y me lleven): desde el que "se equivoca" y casualmente te lleva por el camino más largo, el que se enfada si el trayecto desde la estación de bus o de tren donde lo cojes no es larga (aunque tú vengas cargada como una mula de carga) y encima te echa la bronca, el que después de bajar la banderita te dice que él no sabe dónde está la dirección que le indicas y se queda tan pancho mientras a tí se te empieza a hinchar la yugular, el que empieza a criticar a cierto partido político sin ningún reparo de que quizá a tí te gusta ese partido y terminamos discutiendo, hasta el que te te para y te dice que bajes porque le dices que no era por ahí por donde le habías dicho que querías ir (ese, simplemente, debía tener un mal día).
En madrid a no sé quien, se le ha ocurrido poner una parada de taxis en la puerta de sol, justo en la acera contraria al reloj, que hace que aunque tengas mil taxis libres pasando en tu dirección, tú tengas que esperar a que el semáforo se ponga rojo, cruzar al otro lado, coger el taxi de la parada, dar la vuelta hacia tu dirección, con la pérdida de comodidad, tiempo y seguridad que eso supone. Pues bien: cuando los compañeros de la parada les están viendo, ninguno me para. Pero...si subo unos 50 metros más arriba y la perspectiva de los de la parada se pierde, CUALQUIER taxi me para (porque entonces, sus compañeros no les pueden echar la bronca). Vamos: que les trae al pairo que haya una parada cerca y la solidaridad con sus compañeros y tal y tal, lo que quieren es hacer la carrera pero que no les vean que están cogiendo un cliente tan cerca de la parada. ALUCINO.
Así que si ellos no se respetan, yo tampoco.
Hecha la ley, hecha la trampa.
Curiosamente, el otro día me cogió una mujer, y no es por que sea mujer, será casualidad, pero qué gozada de carrera. Una persona normal, amable, sonriente y de buenas maneras. Vamos, que le dejé propina y todo!! Y bueno, para ser fieles a la verdad, en otras 2 ocasiones de mi vida recuerdo sendas carreras con taxistas hombres también muy agradables. Debían ser las excepciones a la regla.
Será que yo no tengo el gen de "llevarme-bien-con-los-taxistas", o que en mi otra vida fueron mis más terribles enemigos.
Pero es que no puedo, no puedo...Hay cosas que no pueden ser y además son imposibles.
4 comentarios:
Que te habrá ocurrido.. ¡Vaya parrafada!. Tranquila.., tranquila...
Eso le pasó a una amiga mía, Penélope... que odiaba a los taxistas... ¡¡hasta que se lió con uno de ellos!!
;-)
Así que ya sabes, cuidadito.
Un beso enorme.
Hola Penélope,
A mi me pasa lo mismo, en verano no ponen el aire acondicionado para ahorrar, y ¿cuando te toca uno que va dando acelerones intermitentemente?.
Estoy muy arto de que dado que el taxi es casi el salón de su casa, y te cuenten su vida.
Yo soy psicólogo y que me cuente alguien su vida, me parece bien si es en consulta, un amigo, pero ¿un extraño y gratis? jajaja alguno me tendría que pagar en vez de pagarle yo la carrera.
un abrazo
Una mujer sensata que, como a mí, le gusta eso de tener chófer.
Suelo coger bastantes taxis y salvo en cuatro ocasiones contadas, no he tenido problemas con los taxistas. Es más, me suelen "mimar". Más de una vez y de dos me han perdonado ese pico del que hablas y si es de noche, esperan a que entre en el portal.
Se os ha olvidado comentar esos adornos de algunos taxis, que dan miedo. Aún recuerdo uno...Hubiera querido arrancarme los ojos para no ver esa sublimación de la horterada.
Un saludo
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