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miércoles, 19 de noviembre de 2008
LAS RELACIONES DE BOLSILLO
Transcribo aquí un extracto de la irónica referencia que Zygmunt Bauman hace en su libro “Amor Líquido” de las que algunos llaman “relaciones de bolsillo”, muy apropiadas, a mi entender, y supongo, al suyo, para espíritus fríos, egoístas, calculadores, o, simplemente, incapaces de amar. Para todos aquellos que en su pobreza afectiva solo pueden establecer relaciones dignas del más mediocre “sastre” emocional. Me ha sorprendido por lo increíblemente adecuada que resulta para describir a determinadas personas. Pero me entristece que haya gente capaz de poder "vivenciar" así una relación.
Opinen ustedes.
“Las “relaciones de bolsillo”, explica Catherine Jarvie, comentando las opiniones de Gillian Walton de London Marriage Guidance, se denominan así porque uno se las guarda en el bolsillo para poderlas sacarlas cuando le hagan falta.Una relación de bolsillo exitosa es agradable y breve, dice Jarvie. Podemos suponer que es agradable porque es breve, y que resulta agradable precisamente debido a que uno es cómodamente consciente de que no tiene que hacer grandes esfuerzos para que siga siendo agradable durante más tiempo: de hecho, uno no necesita hacer nada en absoluto para disfrutar de ella. Una “relación de bolsillo” es la encarnación de lo instantáneo y descartable.
Pero su relación no adquirirá esas maravillosas cualidades si no se han cumplido previamente ciertas condiciones. Adviertase que es usted quien debe satisfacer esas condiciones, y ese es indudablemente otro punto a favor de la “relación de bolsillo”, ya que su éxito depende de usted y sólo de usted; por lo tanto es solo usted quien ejerce el control, y seguirá ejerciendo el control a lo largo de la corta vida de la “relación de bolsillo”.
Primera condición: debe embarcarse en la relación con total conciencia y claridad. Recuerde, nada de “amor a primera vista”, nada de enamorarse...Nada de esas súbitas mareas de emoción que lo dejan sin aliento: nada de esas emociones que llamamos “amor” ni de esas a las que sobriamente denominamos “deseo”. Usted no debe permitir que ninguna emoción lo embargue ni conmueva, y sobre todo, no debe permitir que nadie le arrebate la calculadora de la mano. Y no se deje confundir con respecto a la relación en la que está por embarcarse, en cuanto a lo que no es y nunca será. La conveniencia es lo único que cuenta, y la conveniencia debe evaluarse con la mente clara, y no con un corazón cálido (por no hablar de un corazón ardiente).
Cuanto más pequeño sea su préstamo hipotecario, tanto menos inseguro se sentirá cuando se vea expuesto a las fluctuaciones del futuro mercado inmobiliario; cuanto menos invierta en la relación, tanto menos inseguro se sentirá cuando se vea expuesto a las fluctuaciones de sus propias emociones futuras.
Segunda condición: mantenga las cosas en ese estado, recuerde que la conveniencia necesita poco tiempo para convertirse en su opuesto. Así que no permita que la relación se escape de la supervisión de su cabeza, ni que desarrolle su propia lógica, ni-especialmente-que ocupe otros territorios, saliéndose de su bolsillo, que es adonde pertenece. Esté alerta. No baje nunca la guardia. Vigile cuidadosamente hasta la más mínima alteración de lo que Jarvie denomina “las clandestinas corrientes emocionales” (obviamente las emociones tienden a convertirse en clandestinas cuando ya no están sujetas al cálculo).
Si advierte que aparece algo que no negoció y que no le interesa, “ha llegado el momento de seguir viaje”.
Si viaja con cautela, evitará el hastío de la llegada. El tráfico es lo que le depara el placer.
De modo que mantenga su bolsillo vacío y dispuesto. Muy pronto necesitará poner algo allí y-cruce los dedos-lo hará...”
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1 comentario:
¡Guay!
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