Hace 4 horas
domingo, 14 de septiembre de 2008
FIEBRE Y DELIRIOS
He estado todo el fin de semana sumida en una especie de febrícula vital, reflejo, probablemente de la febrícula real que invadía mi organismo, y consecuencia de esas fastidiosas bronquitis-faringitis otoñales. Qué romántico.
Mis únicos contactos con el mundo exterior han sido las bajadas al bar de la esquina a por tabaco y el encuentro con un colega para ver la película del Ché, con las subsiguientes cañas, cigarrillos y conversaciones acerca de la vida, la muerte, cuba, el amor, el curro, el sexo, los viajes y el encarecimiento de la vida actual, y no necesariamente en ese orden.
Después, un paseo por los alrededores del Palacio Real, que debido probablemente a mi aturdimiento faringo-naso-mental o quizá a la luz fantasmagórica de esas farolas de cristal rojizo que alguien ha plantado ahí, y a la casi absoluta ausencia de transeúntes en esos momentos, se me ha antojado como un sueño embriagador y absolutamente tangible y sólo faltaba una musiquilla de violines, o de piano, para que me pareciera estar a punto de ver al mismísimo conde drácula aparecer de detrás de alguna de las columnas del palacio. Lo cual no deja de tener su encanto. Porque siempre le podríamos haber dicho que se viniera de cañitas con nosotros y nos contara de una vez la verdadera historia de cómo llegó a ser campeón mundial de hincar el diente, y por qué abandonó su Rumanía natal, si es que las cosas ya estaban para entonces tan mal como ahora. Seguro que habríamos pasado un rato estupendo.
O quizá no tanto....ahora que lo pienso.
Igual me habría levantado esta mañana con dos sospechosas marcas oscuras en mi cuello, y los dientecillos un poco más largos....ay, ay, ay, estoy empezando a confundir realidad y ensoñación...maldita fiebre....¿los noto más largos?...
Me levanto de la silla donde estoy escribiendo esto y me apresuro a mirarme en el espejo. Mi cuello está bien. Y mis dientes tienen el tamaño habitual. Bufff.
Abro el frigorífico y miro con atención la carne que compré hace unos días. Nada. No siento un deseo frenético.
Miro a mi gato. Tampoco le deseo. Estoy intacta!!
Va a ser que hoy como pasta. La próxima vez no hablaré con desconocidos. Ni en sueños.
Con la sonrisa otra vez en la boca, me voy en busca de la olla para hervir el agua, y del Frenadol de turno.
Al agacharme para abrir el armario de la cocina, una silueta oscura y alta, con una capa enorme, cruza rápida y silenciosa el marco de la puerta que está a mi espalda, mientras oigo que mi gato rebufa inquieto en su sillón.
Foto del cartel: http://www.cultfilmz.com/directors/hammer/dracula.jpg
Etiquetas:
divagaciones de penélope,
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1 comentario:
¿Sabes que escribes muy bien?. Tranquila, no tiene mayor importancia. Lo que me joroba es que tu inteligencia me va seduciendo
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