Hace 7 horas
lunes, 1 de septiembre de 2008
EL NIÑO CON EL PIJAMA DE RAYAS
He leído, mal que me pese, esta novela, que en modo alguno habría comprado por mí misma, dada mi naturaleza rebelde de no comprar jamás libros que son adorados y aplaudidos por una sospechosa mayoría de la población. Pero una amiga de mi madre me lo regaló hace unos meses y andaba yo con tantas ganas de otra novela, y tan pocas de bajar a la fnac en este día tan caluroso, que a falta de nuevos libros que devorar, decidí empezarlo, no sin cierto recelo.
Pues bien: la novela en cuestión no me ha motivado casi lo más mínimo. Fue al principio de la misma, al comprender dónde están, cuando albergué esperanzas de que las cosas fueran de una determinada manera. Pero a medida que te das cuenta de que el niño protagonista ve, intuye, huele, tantas cosas que bien podrían haber sido evidentes de querer indagar un poco, de haber preguntado, de haber querido saber de verdad, y que sin embargo no hace, es cuando el libro me deja, cuanto menos, indiferente o incluso con un cierto punto de rabia contenida. Su actitud, no tanto infantil e inocente, como se ha querido transmitir, sino de una estúpida o cómoda ignorancia (no sé todavía cual de las dos) que le sirve para no tener que posicionarse en contra de su familia, de su padre, de los valores establecidos, de su rosbif calentito esperándole en la cena... me lleva a imaginar exactamente las actitudes de muchos ciudadanos alemanes que también veían, oían e intuían cosas que no eran del todo “normales” acerca de lo que pasaba en aquellos lugares, cerca de ellos, al lado de sus casas, con sus vecinos de toda la vida y que sin embargo se mantuvieron ciegos, ignorantes y ajenos voluntariamente a todo aquello. Y fue al final, cuando se destapó la tragedia al llegar las tropas americanas y descubrir esos horrores y se dio a conocer al mundo la realidad del holocausto, cuando se rasgaron las vestiduras y cargaron en sus espaldas y en su imaginario una suerte de culpa colectiva que les duró durante décadas.
Saber es terrible. Saber acarrea una responsabilidad. Saber es el inicio de un camino en el que tienes que tomar partido. Y saber, es posible. Solo hace falta querer saber.
Así que, muchas veces, es más fácil y más cómodo permanecer en la ignorancia.
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2 comentarios:
Varias cosas...
La fácil: mi naturaleza rebelde de no ... jamás ... que son adorados y aplaudidos por una sospechosa mayoría . Paladearás la existencia, amiga y compañera del alma, ¡pero prepárate a sentirte sola!. Y entonces, acuérdate de mí, de otros. ¡No estás sola!.
Lo habitual: Un escritor, un artista, un actor -como planteaba Oshi hace poco- reelaboran verdades y realidades para tratar de decirnos lo que creen y como son.
Pero aquella elaboración tiene que ser plausible en relación a la realidad existente. No es posible crear algo que no existirá. Precisamente, un niño es un perceptor nato, a quien nada se le oculta. Podrá silenciarlo y silenciársele, pero nunca negarle la verdad. Si se hace esto al crear, el resultado final de la obra sabrá falso.
La esencia de la Vida: ...Saber es terrible. Saber acarrea una responsabilidad. Saber es el inicio de un camino en el que tienes que tomar partido. Y saber, es posible. Solo hace falta querer saber.
Así que, muchas veces, es más fácil y más cómodo permanecer en la ignorancia. ...
Enfrentarse cabalmente a ese dilema trae consigo una dicotomía. Vivir o vegetar.
Dios mío, turulato, qué crudo me lo pone usted!! Tanta soledad me espera??
De todas maneras elijo: vivir, vivir!! y nunca vegetar!!!!
Un abrazo.
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